Lanzó un grito
mortal,
el daño ya estaba
hecho.
Bajo el yugo de
mil serpientes
Se ríen mis
demonios.
Cruzadas de
épocas antiguas
En los túneles de
mi garganta
En el tumor de mi
espíritu.
Rojas, mil
canciones rojas,
Tintadas de
ardores,
las silphicas
perversas que abren
El camino al
universo.
Los caminos subterraneos
has de encontrar entre la piedra y el musgo
en aquel lugar donde la luz no llega
y el delirio se esconde por pasajes estrechos.
Tan sabios son los que no hablan,
de piel fría y vista nula.
Con una existencia más grande que la physis
aquellos que violentamente se alimentan.
Y entre mil orgías clavan cruces destrozadas
los que a la divinidad adoran a patadas.