¡Las voces de los muertos
han escrito su testamento!
no habrá quien pueda detener
el castigo a perecer.
Le han implantado mil rostros,
mil pensamientos y espíritus
que lo castigarán en su descenso
al único infierno verdadero.
Sí mismo.
Cae al vientre del universo
en el momento que rompen las cadenas.
Sus alas de oro se queman
a la hora que su metamorfosis se completa.
Ya no es lo que es ni lo que era,
cae inexistente por la penumbra
hacia lo que nunca fue,
hacia la Omnipotente Nada,
dueña de todo, la madre.
Solo el tiempo sabe,
que en su mirada está llave:
quien no desafíe al destino
podría ser vivir tranquilo.
Pero por luchar es que cae.
Cae, el ángel cae
hacia las profundidades
Su piel se ha desmoronado,
su luz se ha vuelto su propio martirio.
Pero sonríe.
El destino ha perdido.
