lunes, 30 de abril de 2012

Cántico.


Se abre la puerta
que deja el mundo atrás
la magia arcana eleva mi alma
hacia los bordes de la Antigua Cadena.

Las estrellas forman los eslabones
a punto de ser rotos
el espíritu vuela vehementemente
hacia la cumbre infinita.

Y  los astros cantan
clamando los nombre ancestrales
aquel atrevimiento debe ser castigado
con el ardor eterno en el sol.

Música, carnal y sensual
rompiendo los límites de la realidad
Hoy soy la sombra de lo que fui
soy solo la palabra, el significado
más no el hombre. No el perenne
sino el inacabable sentir.

Para siempre. Por siempre.
este jardín demente es mi hogar
Escrito entre las piedras del génesis
Entrarás, cambiarás, trascenderás.

Entrarás, cambiarás, trascenderás.
Entrarás, cambiarás, trascenderás.
Entrarás, cambiarás, trascenderás.
Entrarás, cambiarás, trascenderás.
Aquél Dios desconocido.

Deseamos el caos porque es inherente en nuestra naturaleza, de ejemplo tenemos a nuestra Madre Tierra; caótica por  haber engendrado la humanidad.


sábado, 28 de abril de 2012

Fantasía.

Una tarde ocurrió, que no reconocí a nada ni nadie. Olvidé absolutamente quien era, que significaba todo lo que veía, la calle en la que me encontraba, las ropas que llevaba, la "identidad" que debía personificar.  Anduve absorto por todos los caminos que antes eran conocidos. Mis pasos no se orientaban hacia ningún lugar, no sabía porque caminaba, ni siquiera el como lo hacía. Mi memoria me había abandonado, y así llego la extasiosa sorpresa de reconocer el mundo, por tonto que antes parecía.  Caminé entonces, hacia lugares impensables, deshaciendo la misma lógica, pues cuando la tierra presentaba grandes caídas, yo caminaba por el aire, hacia las nubes o aquél horizonte colorido que se me presentaba. Para mi no era nada extraño, o mejor dicho, todo lo era, hasta el mero hecho de respirar, de ver, de sentir el viento me eran cosas completamente desconocidas, pero inmensamente gratas. Así que si sacaba alas,  bebía del sol de mis propias manos o admiraba el verde del pasto, todo era bello y extraordinario, todo era una gran fantasía.

El camino del silencio me llevó hacia lugares transparentes a primera vista, escondidas entre los pliegos de nuestra realidad (¡Aquella que creemos tan llana y que tiene tantos planos y matices!) , regiones que no podían ser vistas con la lógica que afortunadamente había perdido. Lo primero que vi al atravesar las Puertas Invisibles, fue una llanura basta y hermosa,por la cual se extendía el sol de atardecer. Era lo que más recordaba, como las praderas lucían de oro con el amable resplandor del Círculo de Fuego. Era una escena tan tranquila, que encerraba un misterio cálido, mágico. Mis pies se movían solos y mi cuerpo, sumiso pero sereno, se bañaba gozoso en la luz del crepúsculo. El aire que respiraba era musical, atravesando los poros de mi piel, los sonidos eran seres graciosos y amables, que jugaban alrededor mío. Unos entraban en mí, explotaban coloridamente y luego escapaban furtivos. Otros se limitaban a andar rodeándome,  acompañándome en mi camino. Continue así, en la más calma felicidad hasta el anochecer. La llanura estaba en una soledad total. Con la luz del sol, los seres musicales se habían ido, exceptuando uno, el que más alejado se había mantenido durante el día, era el único que mantenía a mi lado ante la omnipotencia de la noche. La luna brillaba en todo su esplendor, como una loca, como una loca. Alrededor suyo giraban muchos destellos que instantáneamente reconocí. Eran los sonidos del día, habían partido de mi lado para estar al lado de la Luna.

Quede absorto mirando aquella belleza, que irradiaba luz. Al ver que no continuaba mi camino, mi sonora acompañante empezó a cantar de una manera que sobrepasaba todo límite. Me dirigí hacia esta, pero salió huyendo a través de la llanura. la Luna solo observaba como yo perseguía como un loco aquél destello. En la parte más central de todo el valle, se detuvo por fin mi perseguida. Su cantar había cesado, e inmediatamente me postré a su lado, se hundió en lo más profundo de mi pecho. Sentía como recorría mis venas con su furor musical, plantando en mi carne un fruto místico,  una semilla que me unía más con la Madre que me rodeaba. Luego de esta nueva sabiduría logré entender cosas que no se explican con pensamientos ni palabras, volví a  poseer el instinto perdido que me comunicaba con la naturaleza.

Comprendí, gracias a este nuevo don, que la Luna me observaba con celo, que me deseaba. De repente, el suelo en el que me estaba parado se alzó por las alturas, creciendo a gran velocidad, hasta llegar a los aposentos de la Luna. Era una gran montaña la que había crecido a mis pies solo para llevar hasta los luminosos aposentos de la dama bella y fatal. Caminé nuevamente sobre el aire; a cada paso que daba, todas aquellas luces musicales se instauraban en mi pecho.Cada vez me hacia más liviano, o no, no era levedad, era que mi piel se fusionaba con el viento a cada paso, transformándome en la misma atmósfera de la noche.

La Luna me esperaba impaciente ya, en su deseo de la Consumación. Todos los espíritus musicales me acompañaban, pues así eramos un ser completo; aquél ser místico que durante tantos siglos la Luna había esperado. Cuando pisé su corteza, lentamente fue abriéndose un camino entre jardines blancos. Llegué al final, a un vestíbulo, en el que me esperaba una mujer con alas de águila y piel blanca de serpiente. Su belleza era insuperable, su divinidad me fundió en un trance sin igual.  Todo mi cuerpo emanaba calor, deshaciéndose poco a poco hasta llegar enfrente de la diosa lunar. Su sonrisa, que emanaba magia, me arrullaba en la felicidad absoluta. Solo entonces, cuando estuve frente a ella, me di cuenta de los cambios que mi cuerpo había sufrido. Yo también poseía alas y piel de serpiente, a diferencia de que mi pecho estaba abierto de par en par, con mi corazón latente, en ofrecimiento.

Ella lo tomó violentamente, pero este se rechazaba a salir tan fácil de mi cuerpo. Resultamos abrazados en una funesta tormenta, con mi cuerpo ceñido al de ella. Le besé sus labios, conociendo el placer absoluto. Sensualmente mi piel se fundía con la de ella, sobrepasando, con nuestro ardor, el mismo fuego que irradiaba el Sol. Nuestros cuerpos colisionaban hasta fundirse, y de nosotros emanaba tanta energía que todo a nuestro alrededor empezó a transtornarse violentamente. El placer de nuestro encuentro llegaba a puntos cósmicos, y toda la galaxia estaba siendo succionada por nuestro voraz núcleo, que ya no era de dos, sino de uno. El Sol, entonces, fue atraído hacia nosotros. Todo su fuego atravesó nuestras bocas, nuestras pieles, nuestro único ser. A través de la mágica consumación nos habíamos convertido en el centro de todas las cosas existentes, que devorábamos a medida que se veían atraídas hacia nosotros.

El ritual hubiera durado por siempre, para siempre. Pero mi amada Luna,diosa inmaculada, deseó otra cosa. Me arrancó el corazón, mascullándolo violentamente con sus dientes. Entonces caí, hecho una mera sombra, hacia el fondo de la tierra. No podía encontrar consuelo ni calma a mi dolorosa situación, pues todo el cuerpo me ardía, mi piel desesperada trataba de despegarse, huir de mi maldita existencia. Solo el conjuro de la diosa Luna podía neutralizarse en el centro de fuego, así que me dirige desesperadamente al corazón de la tierra, el único sitio que la diosa no había devorado por completo.  El resto del universo estaba detenido, el tiempo y el espacio habían sido quebrantados. Solo existía la diosa en el centro, y las existencias detenidas para siempre en la inmovilidad. Yo, en mi caída, me refugie en el fuego que aun estaba intacto, viviendo siempre desde aquí, huyendo de su hambre voraz, que algún día, me encontrará y me consumirá por completo.

Sin título.

La aurora es, en efecto, algo que se debe vivir con el dolor del despertar. Hay un violento cambio entre dormido y despierto que sucede, en el que los imaginarios fuerzan al espíritu a entrar en la carne, quedando sin embargo, en la mitad de aquellos dos mundos. Siendo lo mismo, siendo antagónicos, no se puede soportar estar dividido entre dos paredes que distan milímetros de si mismas, explotando la mente en pedazos.

"Aunque no haya nadie cerca o lejos...Yo vengo a ofrecer mi corazón."

miércoles, 25 de abril de 2012

Canción del marinero

Llegamos a aquel puerto,
donde el mar poco a poco se tomaba la superficie
aquella desolación, aquella tristeza 
que sumergía a todos los marineros en el silencio.

Miles de historia escuchamos antes de zarpar
sobre aquella tierra maldita
pero no nos importo, nunca nos importo los riesgos
cuando la llamada salvaje nos inundaba el corazón.

Las grandes distancias que cubrimos en nuestros viajes
nos enseñaron cosas fantásticas
y cuando creíamos que nada nos podía impresionar
vimos lo impensable.

De un gran árbol, tal vez el más grande del universo
crecían seres extraños, con formas casi humanas
la corteza era una mezcla entre carnes y maderas
la piel de una diosa severa.

Es imposible escribir en versos 
Cuando tantos ojos se posaron sobre nuestros rostros...
Pero mi cantar no puede mentir ni ocultar,
referiré lo que ocurrió,
aun cuando a mi pecho intoxica el pesar
de pensar en aquél enigma mortuorio.

Los rostros de aquellos seres eran los nuestros.

domingo, 15 de abril de 2012

El frío.

Las calles bordeadas por su luz taciturna,
me llaman desesperadas, incoherentes
el mar azul del recuerdo doliente
 nace embelesado por la noche.
Y se esconde. Y se esconde. Y se esconde.

Yo, que soy hijo de Lationamericas
canciones olvidadas, heróes enterrados
causas heroicas, sombras que son y no son.
Mi rostro hacia el Espiritu esta roto.
Y se esconde. Y se esconde.

"El universo es un gran huevo!" Gritaron ojos.
" Ruego a Dios por la salvación de mi alma!" Gritaron piernas.
" El silencio me entierra en mi mismo!" Gritó un dedo.
"La ciencia salvará al hombre." Gritó un cerebro, en proceso de putrefacción.
"La humanidad." Grito yo. Y me da vergüenza.

Mis pies producen frío.
Y mi voz es, la cárcel de hielo.
Donde se esconden hidalgos y muertos.
Muchos muertos.


domingo, 1 de abril de 2012

Blanco.

Blanco. Blanco como decir Hola, como decir adiós. El día en que llegué a entender el Blanco, tenía tres voces rodeandome. Algo había llegado, la época cromatizada tomaba control sobre toda la realidad.  La física no podia definir los colores de la manera que lo hacía antes, pues bien, antes creíamos que los colores eran producidos a ritmo de la absorción y liberación de la luz, medido por las frecuencias que generan cada uno.   El error fue gigante...
Todas las bases de la física, no, no solo de la Física, sino de la Ciencia entera habían caído. Los colores cobraban vida, tomando el control de todo en lo que ellos tuvieran que ver, es decir, la realidad misma.

Los Colores eran los dueños de todo, ya la Política, la Guerra, el Amor, la Economía, nada de eso servía. No podíamos controlar ni siquiera nuestros propios movimientos. Ellos, seres superiores, hacían todo como les viniera en gana.Lo peor de la situación es que nadie entendía el pensamiento de los colores, así que eramos esclavos de la materia. Y eran, sin duda, unos seres excepcionales.

Tal vez un poco inocentes y divertidos, otros aquellos severos y siniestros. Estos últimos, claramente no eran macabros en el sentido que normalmente encontramos en otro ser de nuestra misma especie, sino aquellos macabros enamorados de lo que detestan, asi que realmente estos eran los colores más apasionados. Eran aquellos que torturaban aquellos que coloreaban en las manchas del sol, sin dejarlos morir realmente. Estos colores deseaban que sus víctimas tuvieran la más hermosa de las vistas, el eterno círculo de fuego, el conjunto de astros, los planetas. Si, les deseaban dar la más bella de las experiencias, claro, sin exceptuar lo más importante: Que fuera la más dolorosa de todas. Y pasando por macabros, habían también colores piadosos. Estos eran los más terribles. Eran aquellos que no estaban de acuerdo con el carnaval- tortura que era la vida, pero tampoco les deseaban a sus huéspedes la nostalgia-hermosa ventana de la muerte. Estos colores piadosos tomaban a sus huéspedes y los llevaba a las montañas más altas, donde los paralizaban para siempre del tiempo y el espacio, dejándolos a las orillas de la Nada; donde ya no podrían ni sentir ni sufrir. Solo existir monodimensionalmente sin muchas complicaciones. Los colores enamorados, eran la mayor amenza, sin embargo, de todos. Estos salían tomando la existencia para ellos mismos, por donde pasara un color enamorado quedaba el negro del vacío. Ellos lo devoraban todo, ansiosos de calmar su corazón, maldito y puro, a  quien le concebían la logia, la pura logia de crear canciones.

Capitulo 2. Fragmento 2.

Estaba allí, cuando la noche llegaba a su fin. Mi forma no había vuelto a su normalidad, los ríos se fugaban de mis adentros, inundando todo lo que estaba a mi alrededor. Si continuaba así, prontamente las calles se verían convertidas en ciénagas, pues de estos que fluían de mí, fluian animales y vegetación que se apropiaban del lugar. En el corazón, aquél lirio dorado, aquella metamorfosis de esa niña a quien le di una existencia nueva. Los dioses del mar continuaban llamándome, desde sus moradas oscuras, con cánticos indígenas. La música que nacía del mar llegaba hasta mí, desestabilizandome aún más.   Un dolor agudo atacaba mi núcleo, mi cerebro, mi espíritu. Podía sentir como todos los árboles morían de tristeza, por el humo, por la indiferencia, por la crueldad humana. Ellos ya no cantaban ni bailaban ante las praderas, el sol ya no sonreía, brillaba ya por obligación; la crueldad, la crueldad. La violencia. Estaba tan confuso, tan mareado...caminaba a través de la ciudad sin contar las horas, tratando de sobrevivir el mero hecho de respirar en un lugar tan negro, tan sucio, tan contaminado. El mar, el azul. Si no llegaba hacia él no podría soportar más, pero no sabía donde me encontraba, mi existencia crecía hacia límites insondables. Mis ojos eran águilas, mi boca una cascada de fuego, mis oídos eran rocas de todo tipo de minerales. La plaza del los caídos, asi se llamaba la plaza principal de el sector pobre de esta ciudad, apenas llegue allí, un grupo de casi veinte policías estaba golpeando a un grupo de mendigos, a quienes les tenían prohibido dormir en el parque. Fue el punto clímax de mi transformación, mi furia hacía más rápido el proceso en el que me sumía. De mi vientre se gestaron lobos, leones y halcones, bañados en el frenesí de mi existencia asaltaron los policías salvajemente, y no eran seres ajenos a mí mismo, era yo quien mordía, quien despedazaba, quien se fortalecía de su sangre y vísceras. Todo lo que arrancaba se mezclaba en mi interior,purificando la carne humana y transformándola a un estado vegetal. Por encima de todo, la violencia se apoderaba de mí, porque era mucho el daño que infligido, era mucho el dolor de la Madre por causa de el error evolutivo al que llamamos humanos. La música, igual que los ríos, fluía de mi ser, cubriéndolo todo. Y la Música, aunque ningun ser humano lo creía realmente, la música era la fuerza más potente de toda la naturaleza, su dominio eran las frecuencias y las frecuencias podían manipularlo todo. La existencia misma del Espíritu de la Naturaleza estaba conformado por frecuencias, estas eran el lenguaje del universo para ser. Todo lo que existe vibra ante las frecuencias. ¿Hasta que punto puede un cuerpo físico aguantar una vibración? Y entonces, destrozados por el idioma de la naturaleza, serían depurados hasta su estado más puro, para que la Madre los recibiera con alegría, empezando un nuevo ciclo.

La música entonces, la música brotaba de mí, acabando con todo, recreando la realidad.

Las horas.

Las horas, encarnadas en el silencio
llevan sus sombras hacia el abismo.
No todo es como pretendemos que es,
la ilusión es la pura realidad dividida en compases.

En la arena de la playa blanca
los muertos bailan dulcemente
su nefasto destino cantan,
santificando la carne grotescamente.

Hoy, no es un día común.
El mañana, luz y fuego.
Un escritor crucificado
recita alabando el tiempo.

¡Detente!

El niño no creció nunca,
la flor expandió sus aromas,
hasta envenenar su cuerpo.
y detenerlo anacrónicamente.

La ráfaga maldita atraviesa mis sentidos
dejándome inválido.
no habrá mucho jamás ni siempre
fin de las consecuencias del rumbo perdido.

Así besan entonces las ninfas condenadas
entregadas a su infierno etéreo,
la luz, la luz, la caída.
El árbol que yace en mi es eterno.