sábado, 22 de septiembre de 2012

Enfermedad.

Tal vez mi enfermedad es lo contrario,
no le beso los pies a la historia.
No estoy histérico pero tampoco exhausto.
Tal vez mi enfermedad es distinta,
y el tiempo corre en un túnel paralelo,
nunca me encuentra, no me conoce.

No me he rebelado,
tampoco soy indiferente.
Mi enfermedad es justamente esa,
Otra.

Una que no se desprende del espíritu humano,
ni de sus características de ser crónico.

No, mi enfermedad es otra.

Todo lo que ha muerto
vive infinito en mis entrañas.
 El reloj no me alcanza a tocar,
sus manecillas son demasiado cortas.

lunes, 17 de septiembre de 2012

Licantropía. Fernando Pessoa.



LICANTROPÍA                                                     [2-11-1915]
En algún lugar los sueños serán realidad.
                  Hay allí un lago en soledad
para ti y para mí iluminado por el luar
                  y, para suerte nuestra, sin igual.
Se extiende allí la blanca vela oscura
                  que el vago viento imperceptible hincha
y nuestra soñada vida conduce
                  hacia donde las aguas se funden
en la orilla de árboles ennegrecida,
                  donde las desconocidas arboledas se encuentran
con el deseo del lago de ser más
                  y así el sueño completar.
Allí nos ocultaremos y desvaneceremos,
                  todo por la luna vacíamente contenido,
sintiendo que aquello de lo que estamos hechos
                  era algo musical.

Fernando Pessoa.
Texto original:

LYCANTHROPY // Somewhere dreams will be true. / There is a lonely lake / Moonlit for me and you / And like none for our sake. // There the dark white sail spread / To a vague wind unfelt / Shall make our sleeplife led / Towards where the waters melt // Into the blacktree'd shore, / Where the unknown woods meet / The lake's wish to be more, / And make the dream complete. // There we will hide and fade, / Emptily moonbound all, / Feeling that what we are made / Was something musical.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Cadenza.

La vi allí, entregada al desenfreno. Una gota de sudor caía sobre la frente, mientras su pelo se posaba sobre su rostro. El movimiento que su violín ejercía sobre ella la hacía danzar como un péndulo. Era la solista en un concierto de Tchaikovsky. Sus manos, ágiles, pintaban ilusiones en forma de pájaro sobre el diapasón.

Era sensual, a pesar que su cuerpo no fuera voluptuoso,  sus labios hacían pequeños gestos, casi recitando lo que tocaba, sus ojos ardían y el espíritu en pos de amor carnal hacia la música intangible.  Parecía hecha de otra materia, era tan liviana que parecía flotar sobre el escenario. La música avanzaba furiosa, tomando para sí el mundo que la rodeaba, creando dimensiones nuevas a cambio de la realidad imperante.

"Quien crea, ama el mundo, por lo tanto lo destruye."

Nadie sabía, nadie podía ver lo que ocurría con ella. Al paso de cada compás un dios de la incertidumbre se apoderaba de su ser. Crecía rápidamente en la profundidad de su pecho, desde el esternon. recorriendo con sus manos de líquido caliente su torso, platandole una semlla de delirio en cada nervio. Así, recorría de la boca hasta los senos, el pubis, las piernas.  Mientras ella más tocaba, crecían las semillas hasta la locura.  El dios se apoderaba de su cuerpo enardecido. Árboles se alzaron en cada uno de sus poros, hasta echar raíces en lo profundo de sus abismos.
Justo en la cadenza, el descarado se revelo por completo en la carne de la violinista; introdujo anturios en forma de versos en su vagina, de una manera tan delicada y mordaz que el orgasmo fue inmediato. Ella nisiquiera gritó, toda la energía se fue directo a sus manos, al violín.
El daño ya estaba hecho, el dios la poseyó por completo; llevó sus capacidades musicales a puntos suprahumanos. Fue su mejor concierto. El divino le concedió la vida máxima durante aquel lapso inmortal que es la música.

Pero todo lo que da siempre quita. Justo después del aplauso final, cayó muerta con placer y furia en su rostro.

sábado, 8 de septiembre de 2012

Poder.

Tal vez se pueda ver con claridad,
tal vez se pueda hablar con tranquilidad,
tal vez se pueda vivir en paz con la realidad.

Tal vez.

domingo, 2 de septiembre de 2012

A los heroes...

Mirame aquí, con mi implacable humanidad. Mirame, más allá de los ojos oscuros, sacame una verdad más de las que no sé decir. El ave vuela hoy sobre las grandes masas desesperadas. Y mientras mil voces me dicen que pertenecí a algún sitio, lágrimas caen de los ojos de los mendigos, los que sufren solos el frío de la noche. Siento morir las voces de los héroes en mi silencio, en mi indiferente comodidad hacia el mundo.

Los árboles, solo ellos hablan con la verdad del instante, pero que crueles son, que insoportable es la realidad. Ellos mueren, dejando semillas que el viento llevará en su seno hasta plantarse en la tierra. Los seres humanos no brotamos, solo miramos hacia otros horizontes, algunas veces inalcanzables, y cuando no lo son, el precio que hay que pagar para llegar son la cabeza de nuestros hermanos. ¿Cuales hermanos? Todos. El precio del triunfo es la cabeza de la humanidad entera. Una humanidad que cada uno viola, escupe y pisotea, con solo mero hecho de vivir bien, cuando tantos no lo hacen. He visto niños hambrientos sonreír, ancianos abandonados reirse a carcajadas, he visto a unos pocos dando la mano a quienes lo necesitan.
Esa es la fuerza del ser humano, una voluntad invencible. Una voluntad invencible cuando todo esta perdido, una voluntad invencible y solitaria, de las señoras que barren las calles, de las madres solitarias, de los padres dejados en el olvido. Los hombres, que soñaron con un nuevo amanecer, asesinados o apaleados por la sociedad...esa voluntad invencible que nos han robado con necesidad superfluas, con egoísmos fatales, con una concepción de amor que más que liberar encarcela.

Hoy, tal vez de manera inútil, le escribo a todos los seres que han estado solos, que han sufrido por una causa, a los torturados, a los creyentes, a los que están vivos, a los muertos.

Hoy le escribo, y sé bien que no soy nadie para hacerlo, a los mártires de nuestro progreso, a quienes su sangre fue derramada en el lodo para convertir esa mezcla en el asfalto de nuestra civilización descorazonada. Quisiera que me escuchasen Tupac Amaru, Jaime Garzón, Alfonsina Storni, Simon Bolivar, Mercedes Sosa, Che guevara, Andrés Caicedo, Ernesto Sabato, Alejandra Pizarnik, Caonabo, Recabarren, muchos más. Quisiera tener un rostro que le exprese a toda la humanidad, quisiera poder decir..."Yo pienso en ustedes y pensar y no hacer, es imperdonable. Perdóneme. Perdón."

Sabato decía que cuando alguien lo leyera, seguiría vivo en sus palabras. Todos los grandes heroes de la humanidad, tantos sacrificios en tantas guerras. Yo pienso en ustedes, y quisiera soñar, anhelar,  que están vivos...