miércoles, 25 de abril de 2012

Canción del marinero

Llegamos a aquel puerto,
donde el mar poco a poco se tomaba la superficie
aquella desolación, aquella tristeza 
que sumergía a todos los marineros en el silencio.

Miles de historia escuchamos antes de zarpar
sobre aquella tierra maldita
pero no nos importo, nunca nos importo los riesgos
cuando la llamada salvaje nos inundaba el corazón.

Las grandes distancias que cubrimos en nuestros viajes
nos enseñaron cosas fantásticas
y cuando creíamos que nada nos podía impresionar
vimos lo impensable.

De un gran árbol, tal vez el más grande del universo
crecían seres extraños, con formas casi humanas
la corteza era una mezcla entre carnes y maderas
la piel de una diosa severa.

Es imposible escribir en versos 
Cuando tantos ojos se posaron sobre nuestros rostros...
Pero mi cantar no puede mentir ni ocultar,
referiré lo que ocurrió,
aun cuando a mi pecho intoxica el pesar
de pensar en aquél enigma mortuorio.

Los rostros de aquellos seres eran los nuestros.

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