domingo, 1 de abril de 2012

Las horas.

Las horas, encarnadas en el silencio
llevan sus sombras hacia el abismo.
No todo es como pretendemos que es,
la ilusión es la pura realidad dividida en compases.

En la arena de la playa blanca
los muertos bailan dulcemente
su nefasto destino cantan,
santificando la carne grotescamente.

Hoy, no es un día común.
El mañana, luz y fuego.
Un escritor crucificado
recita alabando el tiempo.

¡Detente!

El niño no creció nunca,
la flor expandió sus aromas,
hasta envenenar su cuerpo.
y detenerlo anacrónicamente.

La ráfaga maldita atraviesa mis sentidos
dejándome inválido.
no habrá mucho jamás ni siempre
fin de las consecuencias del rumbo perdido.

Así besan entonces las ninfas condenadas
entregadas a su infierno etéreo,
la luz, la luz, la caída.
El árbol que yace en mi es eterno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario