martes, 5 de enero de 2010

Granate y Amatista.

Cuenta la historia de una Diosa que en un brazo llevaba una piedra de Granate y en su otro una piedra de Amatista. La Diosa se Mantenía en los puntos más altos de la Humanidad. La Diosa vivía en los techos de Edificios sucios y olvidados, donde sangraban oraciones. La Diosa lloraba con el mendigo. Sentía hambre con el pobre y Sentía la culpa del rico. La Diosa era el orgasmo de las prostitutas anaorgasmicas y la valentía de los muchachos más tímidos, era el dulce perdido de las cervezas más amargas. La Diosa reía en los nichos de amor de adolescentes, en cada esquina, cada parque, cada cama donde muchachos tenían sexo; La Diosa adoraba que llenaran su ciudad y su cuerpo de ese aroma a sudor,de ese aroma a libertad carnal.
La Diosa era la esencia de morderle las tetas a mujeres viudas, de revivirles el calor de sentirse amadas. Ella emborrachaba a los caminantes con calles y luces nocturnas, Ella esperanzaba a los desesperados con canciones de los noventa, ella drogaba con amaneceres a los que no conocían los narcóticos y les daba noches de paz a los que si los conocían.
Era el humo de los cigarrillos baratos mezclado con los perfumes más caros pero sin dejar el olor a pelo mojado, sin olvidar el rastro de manos que acarician los cuerpos de niñas de 14 años.
Ella era la tristeza, el placer y la borrachera.

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