viernes, 8 de febrero de 2013

Caos.

¿Es una opción?
¿Es la única opción?
Quizá lo visible no es más que una mala broma.
No, ahora no lo tengo claro.
¿No son los snetidos el verdadero idioma de la esencia?

Quizá la risa, quizá el lugar inexistente,
quizá la alegría efímera antes de sumergirme en los delirios.
Las fuerzas constituyen el fin del camino, la puerta blanca.

¿Qué importa ya morir?
Ya sé que existe el infinito.
¿Qué importa ya vivir?
Ya sé que todo lazo es superfluo,
que todo tiempo es relativo,
que el sentimiento es solo un altar
como muchos otros.

¿Es el ser humano un ser fantastico entonces?
Que viva la noche, que viva el día.
Que viva lo que no es, que sea para siempre.
Mi razón es un aparato disfuncional,
un patético aderezo a mi acción salvaje.

¿Es esta la gran broma de la naturaleza?

¿Que el ser humano posea razón solo para ridiculizar su esencia animal?

Repito, la razón es una pequeña broma,
la razón es el sol que quema nuestras alas de ángel,
limita nuestra crueldad de cuervo.

Un árbol me da de beber, una fruta dulce: El silencio.
Mi piel grita por violencia.
¿Será que después de conocer la inmensidad del instante
no nos queda más que morir?

¿Cumplir el ciclo, vivir en la inconsciencia sagrada de todos los otros seres más avanzados?

Pregunto demasiado,
sabiendo ya desde mucho antes
que cualquier respuesta es equivocada.
Escribo tontamente, más se que las palabras nos hacen humanos.

La palabra no existen, el hombre tampoco.
Nada existe, nada es real, nada es preciso ni exacto.
Nada existe, a excepción del todo.

Fantasías, sueños caprichosos del dios que somos,
aquél absurdo e infantil creador que todo lo niega.

Las palabras son monstruos de la memoria,
lo primero que nos enseñan de niños
es a mendigarle existencia a las sílabas.

Las palabras son bestias y guardianes de la somnolencia,
dela verdadera y única muerte:
El encarcelamiento entre barrotes imaginarios.

Soy lo único que resta de mi humanidad,
un inmenso sentido de aversión
hacia el lenguaje y sus crueldades.

Cuando los idiomas mueran en su cruz,
podremos renacer en el jardín primo,
en la cuna mortal,
lo único que es cierto:  El caos.

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