Yo que preferí las jaulas abiertas,
el llamado del invisible.
Yo que preferí el ardor,
el fuego y el vuelo.
Aquí me enfrento al viento,
como estatua de ceniza
amargura de sal.
Hijo predilecto de la nada.
Habrá que escribir, máquina para recordar
que yo preferí un grito de dolor en lo alto,
al delicioso susurro de quienes aman.
Yo preferí ser hombre pájaro...
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