lunes, 13 de agosto de 2012

Lujuria.


Crueles éxtasis de pocas palabras,
serán miradas de rubí,
calor de soles inventados
de boca a boca, piel carmesí.

Un sueño de tinta erótica,
que escribe el infortunio
de quienes viven en el jardín del delirio.

Bebida bendita para enfermos
que sufren en los huesos,
la herida del firmamento letal,
la inyección de vidrio derretido en los ojos.

La maldita lujuria no es una necesidad sexual,
es una reivindicación espiritual.
Una ambición de fundirse con la divinidad
entre las piernas del misterio.

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